Como sabéis (o quizá ya hayáis olvidado), la joven Pakistaní Malala recibió un disparo por parte de un grupo de talibanes por defender la educación femenina.
Esto fue una noticia algo importante durante algún tiempo, pero luego, los medios de comunicación dejaron de lado el tema para ocuparse de más "noticias bomba". Al final, ya nadie sabía nada de Malala, ni le importaba.
Sin embargo, el viernes 4 de enero el país digital hablaba de ella. ¡Noticias, por fin! Parece ser que Malala ha dado de alta en la clínica británica donde había sido ingresada, pero deberá continuar con un programa de rehabilitación. Además, tendrá que ser sometida a una cirugía reconstructiva craneal a finales de mes o a principios de febrero.
También añade que Malala podría quedarse de forma permanente en Reino Unido, donde ahora su padre es agregado de educación del consulado de Pakistán. Casi sería lo mejor, pues tanto ella como su familia han recibido numerosas amenazas de muerte por parte de talibanes desde que se produjo el ataque. ¡Os imagináis? ¡No poder volver a tu propio país porque los mismos que te pegaron un tiro te amenazan de muerte!
Obviamente, Malala y su familia no son los únicos que lo pasan mal. Hay personas que están peor que ellos, que, dentro de lo que cabe, han tenido suerte; su padre ha encontrado un trabajo y no parece que Malala se vaya a morir. Sin embargo, este suceso nos muestra la sociedad en la que viven, en la que las niñas no pueden ir a la escuela y te disparan por defender un derecho básico como es la educación.
¿Qué podemos hacer para cambiar esas sociedades? Nada. Están organizadas para el beneficio de unos pocos y no son democráticas ni justas. Tienen que evolucionar; sus gobernantes deben tragarse su orgullo y su codicia, repartir su dinero y AYUDAR.
Pero eso no va a pasar, por lo menos no hasta dentro de muchos años. Así que, de momento, la familia de Malala deberá quedarse en Londres si no quieren que les vuelen la cabeza de un disparo.
También añade que Malala podría quedarse de forma permanente en Reino Unido, donde ahora su padre es agregado de educación del consulado de Pakistán. Casi sería lo mejor, pues tanto ella como su familia han recibido numerosas amenazas de muerte por parte de talibanes desde que se produjo el ataque. ¡Os imagináis? ¡No poder volver a tu propio país porque los mismos que te pegaron un tiro te amenazan de muerte!
Obviamente, Malala y su familia no son los únicos que lo pasan mal. Hay personas que están peor que ellos, que, dentro de lo que cabe, han tenido suerte; su padre ha encontrado un trabajo y no parece que Malala se vaya a morir. Sin embargo, este suceso nos muestra la sociedad en la que viven, en la que las niñas no pueden ir a la escuela y te disparan por defender un derecho básico como es la educación.
¿Qué podemos hacer para cambiar esas sociedades? Nada. Están organizadas para el beneficio de unos pocos y no son democráticas ni justas. Tienen que evolucionar; sus gobernantes deben tragarse su orgullo y su codicia, repartir su dinero y AYUDAR.
Pero eso no va a pasar, por lo menos no hasta dentro de muchos años. Así que, de momento, la familia de Malala deberá quedarse en Londres si no quieren que les vuelen la cabeza de un disparo.
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